La ciudad de Pisa tiene una gran ventaja, propia de las ciudades que son relativamente pequeñas, esto es, unas distancias no excesivas, que permiten unos desplazamientos cómodos a pie o en bicicleta.
Los precios, dentro del contexto de Italia, que es en general algo más cara que España, son moderados si los comparamos con ciudades grandes como Roma o Milán.
Estudiar en Pisa permite disfrutar de una de las ubicaciones arquitectónicas más bellas del mundo, al menos en cuanto al gótico se refiere, que no es sólo la célebre torre inclinada -que también- sino todo el conjunto de la catedral y el batisterio,; así como una ciudad con un altísimo número de estudiantes per cápita que no impiden que Pisa sea una ciudad bastante tranquila.
Los investigadores en Derecho Procesal, junto al de otras disciplinas, deberán frecuentar el Dipartimento di Diritto Pubblico, donde se encuentran los despachos de los profesores, la biblioteca y el aula dottorandi, donde, previa acreditación, hay a disposición unos –básicos- ordenadores con conexión a internet. A partir de ahí, solamente falta poner el trabajo de cada día –que, como todo el mundo sabe, es la mejor lotería-.
Para el alojamiento, la Universidad ofrece un –precario- servicio de alojamiento que, para economías habitualmente maltratadas, no convendría dejar de lado: ver welcomepoint.
La Residencia Tulipán – a quince minutos a pie del Departamento di Diritto Pubblico, incluido paseo junto a la torre- es francamente mejorable. Sus camas son más o menos incómodas, los mosquitos prácticamente vampiros no solo nocturnos, y brillan por su ausencia servicios hoy en día casi imprescindibles como la conexión a internet en banda ancha, un horno para saborear pizzas congeladas o una televisión para disfrutar de programas casi tan nefastos como los de la televisión en España. Sin embargo, su precio en comparación con otras alternativas que no sean compartir piso con estudiantes -u ocupar apartamentos de parientes y hasta entonces amigos- así como la limpieza semanal y cambio de sábanas y toallas, la hacen una opción que al final podría recomendarse.
Para el alojamiento, la Universidad ofrece un –precario- servicio de alojamiento que, para economías habitualmente maltratadas, no convendría dejar de lado: ver welcomepoint.
La Residencia Tulipán – a quince minutos a pie del Departamento di Diritto Pubblico, incluido paseo junto a la torre- es francamente mejorable. Sus camas son más o menos incómodas, los mosquitos prácticamente vampiros no solo nocturnos, y brillan por su ausencia servicios hoy en día casi imprescindibles como la conexión a internet en banda ancha, un horno para saborear pizzas congeladas o una televisión para disfrutar de programas casi tan nefastos como los de la televisión en España. Sin embargo, su precio en comparación con otras alternativas que no sean compartir piso con estudiantes -u ocupar apartamentos de parientes y hasta entonces amigos- así como la limpieza semanal y cambio de sábanas y toallas, la hacen una opción que al final podría recomendarse.